Corona de flores, el complemento más utilizado en primeras comuniones

La atención al detalle es máxima en una primera comunión. Nada queda al azar: la decoración, la vestimenta, el banquete, etcétera. Este cuidado también afecta a los complementos de ceremonia niñas, que se escogen con meticulosidad para realzar la apariencia de la comulgante. Aunque los tocados y diademas gozan de fama, la corona de flores sigue siendo la opción más tradicional.

Este accesorio confiere a su portadora una elegancia natural, al tiempo que resalta cualidades como la inocencia o la ternura. Es fácil de complementar con diversos peinados, y su comodidad permite lucirlo durante horas sin causar molestias a la protagonista de la primera comunión.

En este contexto, los orígenes de la corona de flores deben rastrearse en el cristiano remoto, cuando se asimilaron y adaptaron ciertos ritos y costumbres paganas. Por influencia de la corona de espinas que Jesús de Nazaret portó durante la crucifixión, las comulgantes empezaron a utilizar una versión floral que las aproximaba simbólicamente a Cristo, al tiempo que enfatizaba su condición virginal.

Esta celebración católica coincide con la primavera, lo que motiva que los adornos florales sean convenientes y armonicen con la época de floración por excelencia. Además, las coronas agregan una nota de color a vestidos donde el blanco predomina y solo los complementos pueden romper su monotonía.

La popularidad de las coronas de flores puede atribuirse también a la variedad de diseños y acabados que presenta. En estos arreglos se utilizan flores frescas, secas o preservadas de especies diversas, combinadas con cintas y lazos de organza y otros tejidos. La gama de colores no conoce límites, y por ello es posible adquirir coronas de tonos celestes, amarillos, rojos, burdeos, fucsias, etcétera.

En definitiva, este tocado floral es una apuesta segura en primeras comuniones. Embellece a su portadora, al tiempo que preserva su confort, sin acarrear un gasto excesivo.