La aventura de conseguir mis tableros de madera en Silleda

Empecé el proyecto de renovar algunas zonas de mi casa con una ilusión tremenda, pero pronto me di cuenta de que un elemento clave, los tableros de madera Silleda, no serían tan fáciles de conseguir como pensaba, al menos no con la calidad y variedad que buscaba.

Mi primera excursión a Silleda fue toda una aventura. Había oído hablar de las serrerías y almacenes de madera de la zona, pero no sabía exactamente dónde dirigirme. Armado con las medidas y los tipos de madera que necesitaba para mis estanterías a medida, la encimera de la cocina y algún que otro mueble auxiliar, me puse en carretera. La idea de que el material base fuera de buena calidad era fundamental para el resultado final de mi obra.

Al llegar, la magnitud de algunas de las naves me sorprendió. Eran verdaderos templos de la madera. Entré en la primera que me llamó la atención, un almacén enorme con montañas de tablones apilados. El olor a madera recién cortada, a serrín, era embriagador. Me atendió un hombre con las manos grandes y curtidas, que parecía saberlo todo sobre cada tipo de madera. Le expliqué mi proyecto, mis necesidades, y él me guio por los diferentes tipos de tableros de pino, roble, DM, contrachapado… Me habló de grosores, de resistencias, de acabados. Fue una auténtica clase magistral.

Visité un par de sitios más ese día, comparando precios y, sobre todo, calidades. Me di cuenta de que, aunque la oferta era amplia, cada proveedor tenía sus puntos fuertes. Algunos destacaban por la madera maciza, otros por los aglomerados o melaminas perfectos para proyectos más económicos pero igualmente resistentes.

Al final, me decidí por un proveedor que me ofreció justo lo que buscaba: tableros de pino macizo para las estanterías, con una veta preciosa, y un tablero de contrachapado marino para la zona de la cocina, por su resistencia a la humedad. La atención fue excelente, y pude encargar los cortes a medida, lo que me ahorró mucho trabajo en casa.

Volví de Silleda con el coche cargado y una sensación de satisfacción enorme. No solo había conseguido la madera perfecta para mis obras, sino que había descubierto un lugar donde la tradición y el buen hacer en el trabajo de la madera son una realidad. Ahora, cada vez que miro mis nuevas estanterías o la encimera, sé que parte de la calidad y la belleza viene de esos tableros que viajaron desde Silleda hasta mi casa.