A caballo entre los municipios de Baiona y Fisterra se extienden las Rías Baixas, un territorio jalonado por los arenales, acantilados y pueblos marineros. Pero este conjunto de rías (Aldán, Vigo, Arosa, Muros y Noya, Pontevedra y Corcubión) reconoce en la gastronomía una parte importante de su popularidad turística.
El vino albariño selección rias baixas es un claro exponente de la riqueza de esta área costera, poseedora de una de las denominaciones de origen más afamadas: la D.O. Rías Baixas. De todas sus variedades vinícolas, el albariño demuestra ser el vino blanco más representativo no sólo de Galicia, sino también del territorio nacional.
Los albariños son monovarietales con un punto de acidez fuera de lo común y un marcado sabor salado, con ocasionales matices amargos y cítricos. Se trata asimismo de un vino con historia, pues su origen podría estar en las salinas romanas de Vigo.
Son muchos los turistas que deciden maridar este caldo milenario con un plato de lamprea, delicia marinera con una larga tradición en el litoral gallego. De hecho, este pescado azul, de apariencia similar a la anguila, reconoce en el municipio de Arbo uno de sus enclaves más destacados, pues aquí se cocina la mejor lamprea del mundo, con ejemplares frescos obtenidos en la desembocadura del Río Miño.
Pero los viajeros, a su paso por las Rías Baixas, no limitan sus experiencias gastronómicas al enoturismo y el pescado, sino que también exploran los postres típicos de este territorio. Un bocado esencial son las filloas, un dulce elaborado con harina, leche y huevos como ingredientes primarios, a los que se añaden miel, chocolate, membrillo e incluso sangre de cerdo.
La vincha o bandullo es otra exquisitez repostera, tradicional de la comarca de Tabeirós-Terra de Montes. El proceso de elaboración es toda una rareza: se introduce una mezcla de leche, canela, limón, huevos, azúcar y nueces en el interior de una vejiga de cerdo, oportunamente curtida antes de cocer esta fórmula.