En tus reformas, exige siempre factura

El sector de reformas hogar ha experimentado un gran repunte en los últimos años. La crisis económica hizo que muchas familias se replantearan el cambiarse de casa y prefirieran, en su lugar, realizar una reforma de su hogar para modernizarlo y dejarlo más acorde a sus gustos.

Por otro lado, al frenar en seco la construcción de nuevas viviendas, muchos trabajadores de la construcción quedaron sin sus puestos de trabajo y decidieron buscarse la vida de manera independiente. La forma más habitual de hacerlo fue formando pequeñas empresas de reformas que se dedicaban a cubrir esa nueva demanda de arreglos en casa.

Evidentemente, no todos los trabajadores que formaron este tipo de empresas tenían a sus espaldas la suficiente experiencia. Muchos, tan solo vieron una salida para poder escapar del paro y se precipitaron ofreciéndose para trabajos que los superaban. Estos trabajadores podían llevar a cabo pequeños trabajos, como pintar una habitación, pero no algo que requiriera de mayor profesionalidad.

Por otro lado, algunas de estas empresas nuevas decidieron no darse de alta para abaratar costes y poder ofrecer precios más competitivos a sus clientes al realizar su trabajo en negro. Y aquí fue donde comenzaron a aparecer los verdaderos problemas en este sector.

El cliente, tentado por un precio muy bajo y dado que la factura de la reforma en la mayoría de los casos no supone desgravación, decide aceptar un trabajo de estas características sin darse cuenta de todos los riesgos que está tomando.

Por un lado, en una obra grande son frecuentes las denuncias. Cualquier vecino puede denunciar porque la obra le supone molestias y si la empresa que está trabajando en casa no tiene los papeles en regla, ellos tendrán problemas, pero el que los ha contratado también.

El propietario de la casa tiene responsabilidad sobre quién contrata y puede acabar pagando multas bastante serias. Esto, sin entrar a valorar que pueda causar daños a otros propietarios, lo cuales también correrían de su bolsillo.

Además, cualquier defecto en la obra visto a posteriori no tendría garantía alguna por parte de la empresa que ha realizado la obra al no existir una factura que demuestre que han sido ellos los que han realizado el trabajo.

Como es fácil ver, lo barato puede salir muy caro y la única garantía para quien contrata es tener una factura que garantice que todo se ha hecho de forma legal y que tiene unos derechos reconocidos que lo cubren.