“Papá, ¿por qué este verano vamos en caravana?”. Podía decir que por estar más en contacto con la naturaleza, por alejarnos un poco de nuestro estilo de vida, por rememorar tiempos pasados, pero, al final, simplemente, le respondí: “Porque va ser una aventura”. Y así nos embarcamos en un viaje a Cádiz en caravana.
Pero, claro, antes de salir tuvimos que acudir a un sitio de venta de caravanas en galicia. Ya lo conocía de hacía muchos años. Cuando viajaba con mis padres en caravana ya estaba abierto. Recuerdo que de pequeño me encantaba darme una vuelta por aquel aparcamiento de caravanas y perderme un poco mirándolas.
Siempre me llamaban la atención aquellas caravanas conocidas como ‘móviles’ (al menos así las llamaban en mi época), una suerte de casas prefabricadas que se arrastraban como una caravana pero que solían quedar fijadas en un sitio para no moverse ya más. Yo entraba a veces en algunos de estos móviles que estaban abiertos al público para echar un ojo. Me parecían paraísos. Tenían de todo: lo prefería mil veces a nuestra casa… cosas de niños.
Pero, nosotros no teníamos dinero para uno de esos móviles y tampoco era nuestro estilo, preferíamos una caravana para cambiar de sitio y no estar fijos. Y eso es lo que volvimos a probar este verano. En el sitio de venta de caravanas en Galicia nos hicieron un buen precio y compramos una caravana de segunda mano en bastante buen estado. Tampoco queríamos algo demasiado lujoso porque no estábamos seguros de que este plan se fuera a extender muchos veranos más, pero tampoco quería una caravana de cuando mis padres.
Nos quedamos con un término medio, una caravana de tamaño medio, bien cuidada pero con muy buenos acabados y, sobre todo, una buena cocina, algo que era prioritario. Y así nos fuimos a Cádiz, a vivir una aventura. A mis hijos los convencí, la palabra ‘aventura’ es un recurso más que efectivo. Quien no estaba convencido del todo era yo mismo, si podría recuperar ese espíritu de cuando yo mismo era un niño. Pero al final, yo también me convencí.