Voy a ser como Hulk

Me cansé de ser un tirillas. He sido toda la vida un enclenque, un mequetrefe: os podéis imaginar ¿no? Soy bajito y siempre he sido delgado. Da igual lo que coma, yo no puedo engordar ni queriendo. Algunos de mis amigos, y sobre todo amigas, me envidian por mi metabolismo capaz de hacer desaparecer esa hamburguesa que a otras les va directamente a las cartucheras. Pero todo tiene su lado negativo: si sopla mucho el viento, me tengo que agarrar a las farolas porque puedo echar a volar.

Pero, como digo, eso se acabó. Desde hace un par de meses estoy viviendo una revolución: he decidido cambiar de vida en algunos aspectos y lo primero creo que debe ser el físico. Pero como me conozco y una cosa es lo que diga y otra lo que haga he decidido contratar a un coach, pero es un coach muy especial. Es una señora de mediana edad que tampoco destaca por su físico de gimnasio pero me la han recomendado porque siempre consigue para sus clientes lo que buscan.

Yo le dije que quería ser como Hulk, y aunque no sabe muy bien quién es, me ha dicho que si quiero estar cuadradote, deberé ponerme las pilas con todo. No solo se trata del aporte proteico de los alimentos, sino de que todo en mi vida vaya en consonancia con mi objetivo. Desde que me levanto hasta que me acuesto debo pensar como “ese Hulk”. Yo le explico que Hulk realmente no piensa mucho cuando se pone verde, pero ella no me escucha. Con su portátil está creando un planning de trabajo.

Por supuesto, debo acudir al gimnasio. Debo sudar la gota gorda y no tener vergüenza si no levanto mucho: es todo empezar. “En un par de años mirarás a otros tirillas como tú por encima del hombro y el hombro, además, lo tendrás súper fuerte”, me dice la coach. También me ha recomendado una nutricionista que trabaja con ella para que me haga una tabla específica con aporte proteico de los alimentos para que sepa que tengo que comer y que no. Después de hablar con ella noto que me aprieta la camisa…